Capítulo 7 Dejar Ir, Soltar, Fluir
Capítulo 7 Dejar Ir, Soltar, Fluir
Parte 2 Aceptación
2024
Capítulo 7 Dejar Ir, Soltar, Fluir
09
Septiembre 2023
Yo me quedé atascada en el tráfico por culpa de un accidente múltiple en la autopista, y llegué tarde a la reunión con un cliente importante, perdiéndome la presentación del proyecto en el que había estado trabajando durante semanas. Para colmo, Alejandro me llamó para decirme que tenía que viajar unos días a New York para una exposición de fotografía, justo la noche que yo había planeado una velada especial para los dos, dejando con la etiqueta puesta y en su caja todo lo que compré.
Sentí que la frustración me invadía, las ganas de gritar, de llorar, de tirar todo por la borda. ¿Por qué siempre me pasan estas cosas a mí? ¿Por qué no puedo controlar ni siquiera mi vida? ¿Acaso el universo se ha confabulado para hacerme la existencia imposible?
¿Drama Queen? Puede ser… ya a estas alturas me conoces bien.
En medio de mi crisis existencial, y como siempre buscándole la solución a todo para seguir adelante con mi día “dignamente” o por lo menos viva, recordé una de las enseñanzas del estoicismo que había estado leyendo últimamente: la importancia de aceptar lo que no podemos cambiar. Hay cosas que simplemente están fuera de nuestro control, si, aunque nos cueste entenderlo, aunque nos frustre y nos saque la piedra, estas cosas existen, como el tráfico, el clima, las acciones de los demás, y las decisiones impulsivas de las preadolescentes con cabello azul.
Enfocarnos en ellas solo nos genera frustración, sufrimiento e impotencia, como un hámster corriendo sin cesar en su rueda que lo lleva a ningún lugar.
Lo que sí podemos controlar es nuestra reacción ante esas situaciones. Podemos elegir enojarnos, frustrarnos, victimizarnos… o podemos elegir aceptar la situación con serenidad, buscar soluciones, y seguir adelante. Podemos elegir ser la directora de nuestra propia película, en lugar de la espectadora pasiva de un drama sin sentido.
Suena fácil, ¿verdad? Pero la verdad es que dejar ir, soltar, fluir… es un proceso que requiere práctica y mucha paciencia. Es como aprender a surfear: al principio te caes, te revuelcan las olas, te ahogas con el agua salada, te dan ganas de rendirte. Pero si persistes, si confías en tu equilibrio, eventualmente aprendes a montar las olas, a dejarte llevar por la fuerza del mar, a disfrutar de la danza entre tú y el océano.
Así que hoy decidí soltar el control. Respiré hondo, me dije a mí misma que todo estaba bien (o al menos, que todo iba a estar bien), y me enfoqué en lo que si podía hacer en ese momento: llamar al colegio para avisar que Isabella llegaría tarde (y para hablar con la directora sobre su nuevo look), enviar un correo electrónico al cliente disculpándome por el retraso y ofreciéndome a enviarle la presentación, y prepararme una cena rica para disfrutar sola, con una copa de vino y una buena película.
Y sabes qué, el día no fue tan malo después de todo. Isabella llegó a su clase (aunque tuvo que usar un gorro para ocultar su cabello azul), el cliente fue comprensivo y aceptó mi presentación por correo electrónico, y la cena me quedó deliciosa (una pasta con salsa pesto que me transportó por un momento a Italia). Sí ya sé, QUE INTENSA FANNIA, pero es que así soy, vivo y siento demás, y así me gusta, bueno, me está comenzando a gustar cada vez más.
Si querida, hoy aprendí que a veces lo mejor que podemos hacer es soltar el control, confiar en Dios, el universo (o en lo que sea que esté ahí arriba), y dejar que las cosas fluyan. No podemos controlar todo lo que sucede en nuestras vidas, pero podemos comenzar a controlar cómo reaccionamos ante ello. Y en esa elección, está nuestra libertad, nuestra felicidad, nuestro poder.
Después de cenar, me puse mi pijama más cómoda, me serví otra copa de vino, y me senté en el sofá a ver una película. Elegí una comedia romántica, de esas que te hacen reír y llorar al mismo tiempo, y que te dejan con una sensación de esperanza y optimismo.
Mientras veía la película, pensé en Pablo. Me pregunté cómo estaría, qué estaría haciendo, si estaría pensando en mí. La culpa volvió a asomarse, pero esta vez la enfrenté con las herramientas que había aprendido del estoicismo. Me recordé a mí misma que había tomado la decisión correcta, que no podía seguir en una relación que no me hacía feliz, que merecía vivir una vida plena y auténtica. También pensé en Alejandro. Recordé sus besos, sus caricias, sus palabras, su mirada. Y sentí una oleada de emoción y de deseo. ¿Estaría él pensando en mí también? ¿Qué pasaría entre nosotros?
No lo sabía, pero por primera vez en mucho tiempo, no tenía miedo del futuro. Estaba aprendiendo a soltar el control, a confiar en la vida, a dejar que las cosas fluyan. Y eso me daba una sensación de paz y de libertad que nunca antes había experimentado.
Decidí dejar de torturarme con preguntas sin respuesta y disfrutar del momento presente. Me concentré en la película, en el sabor del vino, en la comodidad de mi sofá. Y me permití sentir la gratitud por todo lo bueno que tenía en mi vida: mi hija, mi familia, mis amigas, mi salud, mi libertad.
Al final de la película, después de haber reído a carcajadas y llorado a moco tendido, me sentí relajada, optimista, y llena de energía. Sabía que aún tenía muchos desafíos por delante, pero también sabía que tenía las herramientas para enfrentarlos, o al menos ya sabía que era capaz de encontrar esas herramientas en todo caso. Tenía el estoicismo para ayudarme a aceptar lo que no podía cambiar, la autocompasión para perdonarme mis errores, y la gratitud para apreciar lo que tenía.
Y sobre todo, tenía la certeza de que estaba en el camino correcto, el camino hacia una vida apoteósicamente fantástica.
10 de Septiembre, 2023
No puede ser, si te cuento no me lo vas a creer, es que no me lo creo ni yo. No sé qué siento, estoy feliz y emocionada, pero al mismo tiempo sorprendida y nerviosa, ¡qué presión! No sé cómo manejar bien todo esto.
Sí, calma, ya te voy a contar, es que no sé por dónde empezar. Te entiendo, cuando me hacen esto a mí me provoca patearles la cara jajajaja.
Bueno ¿lista?... Hoy, cuando llegué al trabajo, mi jefe me pidió que fuera a su oficina con una actitud más seria de lo común. En ese momento yo dije, “nada, me despidieron”. Pasé rápidamente por mi escritorio dejando mis cosas y, con las manos sudando y una cara de angustia que se notaba desde la entrada del edificio, me dirigí a su oficina a enfrentar lo que yo creía sería el fin de mis días en esta empresa, y fue algo así pero diferente.
-Buenos día Mr. Miller, ya estoy acá, ¿en qué le puedo ayudar?- Le dije en un tono amable con aires de preocupación.
–Fannia, que bueno que llegaste, pasa, cierra la puerta y siéntate por favor- agregó con el ceño un poco fruncido y la voz bastante seca.
En ese momento juro que sentí cómo se bajó la tensión. Por mi mente pasaron tantas cosas, todas las veces que me quejé de mi trabajo, y ahora estaba rezando para mantenerlo; todas mis responsabilidades, en este país nadie espera por ti, “los bills son los bills”. Sentí como mi estabilidad económica conformista y aburrida de la que tanto me había quejado, se desmoronaba ante mis ojos y yo sólo pedí al universo conservarla prometiendo no volver a quejarme nunca más. Y es que en momentos así es cuando logramos ver y valorar lo que tenemos sin tanto juzgar.
Pero bueno que la cosa no fue por ahí. Sigo…
–Fannia, te pedí que vinieras a mi oficina porque tengo algo muy importante que decirte. La junta directiva hizo una reunión de último minuto el día de hoy, vengo saliendo de ella en este momento. Quiero decirte que tu desempeño en esta empresa desde el día que llegaste ha sido impecable, eres una persona muy responsable, correcta, leal con todo el equipo, atenta, ordenada, y muy capaz. Es por eso que tanto la junta directiva como yo estamos de acuerdo en que eres la persona correcta para hacerte cargo del área administrativa de la nueva sucursal que tenemos en Los Ángeles, California. Ya el equipo que tenemos allá está enterado, tiene todo organizado y esperan por tu respuesta para comenzar a operar de forma efectiva.-
Yo no podía creer lo que estaba escuchando, se me “aguó el guarapo” diría mi abuela. Me quedé congelada, no sabía qué decir, me temblaban las manos.
–Me imagino que la propuesta te ha dejado impactada, no tienes que respondernos hoy, pero sí nos gustaría tener una respuesta lo antes posible, para comenzar a gestionar todos los trámites, es un gran cambio, pero estamos seguros de que eres la persona indicada para este puesto, y estaremos encantados de contar contigo.-
No pude decir mucho.
–Gracias por la oportunidad Mr. Miller. Esta misma semana semana tendrá mi respuesta–
Salí de esa oficina temblando de la emoción, pero era una sensación diferente. Una mezcla de sentimientos encontrados que aún no sé cómo describir. ¿Sería lo correcto aceptar la propuesta?
Mi mamá, mis amigas, mi hija, Alejandro, ya tenía una vida hecha en Miami, comenzar de nuevo en otro lugar, no estaba segura de si sería capaz. Lo que sí sabía es que necesitaba pensar y digerir toda esta información.
Llegué a la casa con una nueva determinación. Decidí que era hora de tomar las riendas de mi vida y empezar a construir el futuro que deseaba. Empecé por hacer una lista de mis sueños y metas:
◉ Superarme a mi misma en el de trabajo: Quería trabajar en algo que me permitiera usar mi creatividad, mis habilidades de comunicación, y mi pasión por ayudar a los demás. Y sabía que podía usar este nuevo liderazgo para lograrlo.
◉ Dedicarme más tiempo a mí misma: Quería hacer ejercicio, meditar, leer, escribir, y explorar nuevas actividades que me hicieran sentir viva.
◉ Fortalecer mis relaciones con mi familia y amigos: Quería pasar más tiempo de calidad con las personas que me importaban, crear recuerdos inolvidables, y construir una red de apoyo sólida.
◉ Abrirme al amor: Quería darme la oportunidad de vivir algo especial, algo que me hiciera vibrar, que me hiciera reír, que me hiciera sentir amada, y Alejandro estaba en el lugar y momento exacto para esto.
Sabía que alcanzar estas metas no sería de la noche a la mañana, pero estaba dispuesta a trabajar para lograrlo. Y lo más importante, estaba dispuesta a disfrutar del proceso, a aprender de los errores, a celebrar las victorias.
Esa misma noche, me puse a buscar el nuevo apartamento en Internet. Envié mi solicitud a varias empresas de bienes raíces, busqué en un gym en LA, y empecé a investigar sobre cursos y talleres que me pudieran ayudar a desarrollar mis habilidades.
También averigüé a una clase de baile cerca de donde estaba buscando casa, y me comprometí a hacer ejercicio al menos tres veces por semana. Empezaré con clases de yoga también, que me ayudarán a conectar con mi cuerpo y mi respiración, y a liberar el estrés acumulado.
Y por último, pero no menos importante, decidí abrirme a la posibilidad de compartir algo especial con Alejandro. Me armé de valor y le dije que cómo veía él la posibilidad de seguir disfrutando de nuestra compañía y momentos juntos, de darle rienda suelta a lo que estábamos sintiendo, incluso después de mi mudanza a Los Ángeles.
No tenía prisa, pero estaba dispuesta a probar experiencias nuevas y a ver qué pasaba.
Tenía muy claro que el camino hacia la felicidad no era lineal, que habría curvas, baches, y desvíos. Pero estaba decidida a seguir adelante, a confiar en el proceso, a dejar que la vida me sorprendiera.
Y mientras tanto, iba a disfrutar del viaje, a bailar con mis demonios, a abrazar mis sombras, y a celebrar mi propia versión de una vida apoteósicamente fantástica.
Para ti
⦿ Identifica una situación en la que te cuesta soltar el control.
Identifica
⦿ Reflexiona sobre las razones por las que te aferras a esa necesidad de control.
Reflexión
⦿ Practica la aceptación de lo que no puedes cambiar.
Atención
⦿ Enfócate en las cosas que sí puedes controlar: tus pensamientos, tus emociones, tus acciones.
Enfocate
Recursos ↓
The Daily Stoic by Ryan Holiday
El jardín de tu mente:
“Cuida tus pensamientos como cuidarías un jardín secreto; solo permite que crezcan las flores que embellecen tu alma.”
© Soy Maryce.
«Las frases estoicas se suelen llamar «máximas estoicas» o «aforismos estoicos». Estas frases cortas y concisas encapsulan principios o reflexiones de la filosofía estoica, diseñadas para ser fácilmente recordadas y aplicadas en la vida diaria. Los aforismos estoicos son conocidos por su capacidad para inspirar autodisciplina, claridad mental y resiliencia ante la adversidad.
Aprende sobre el Estoicismo para Mujeres, Fortaleza y Serenidad en el Día a Día. 📚Leer sobre el Estoicismo
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