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“ O al menos, como un Airbnb decente que hay que mantener en buen estado”   /   

“ O al menos, como un Airbnb decente que hay que mantener en buen estado”   /   

“ O al menos, como un Airbnb decente que hay que mantener en buen estado”   /   

Default_The_goal_is_to_design_a_35yearsoldlatin_females_superh_1 (1)apoteosicamente fantastica mujer estoicismo seneca resilente soy maryce libro liderazgo

Hoy me desperté con una energía renovada, con ganas
de mover el cuerpo, de sentirme fuerte, de cuidar de mí
misma. Y es que, seamos honestas, después de
semanas de mudanza, de comer pizza a domicilio y
tomar vino barato mientras desempacaba cajas, mi
cuerpo pedía a gritos un poco de atención. No es que
me haya transformado completamente, pero la ropa
me queda un poco más ajustada de lo normal, y mi
energía está por el piso.
 
Durante mucho tiempo, he descuidado mi cuerpo,
enfocándome en las responsabilidades, en el trabajo,
en los demás. He comido mal, he dormido poco, he
hecho poco ejercicio… y mi cuerpo, ese fiel compañero
que me ha acompañado en todas mis aventuras (y
desventuras), me ha pasado factura.
 
La verdad es que me siento cansada, con poca energía,
con dolores musculares que aparecen como por arte de
magia después de subir un par de escaleras, y con
algunos kilos de más que se niegan a desaparecer a
pesar de mis esfuerzos por ignorarlos. Y me doy cuenta
de que ha llegado el momento de tomar acción, de
empezar a tratar mi cuerpo como el templo sagrado
que es o al menos, como un Airbnb decente que hay que mantener en buen estado
.
 
Así que hoy decidí que voy a empezar una nueva rutina
de ejercicios. Me apuntaré a un gimnasio cerca de mi
nuevo apartamento en West Hollywood, y contrataré a
un entrenador personal que me ayudará a ponerme en
forma. Lo bueno es que aquí en Los Ángeles todo el
mundo está obsesionado con el fitness, así que no me
sentiré como extraterrestre en el gimnasio.
 
Ya sé que al principio me costará horrores. Mi cuerpo
está oxidado, mis músculos adoloridos, y mi
coordinación brilla por su ausencia. Pero poco a poco
iré recuperando la fuerza, la resistencia, la flexibilidad.
Y empezaré a disfrutar del movimiento, de la sensación
de estar viva, de superar mis propios límites. Hasta me
compré un conjunto deportivo nuevo, de esos que te
hacen sentir como una diosa del fitness, aunque en
realidad parecerá que estoy a punto de desmayarme
en la cinta de correr.
 
También he decidido cambiar mi alimentación.
Comenzaré por eliminar la comida chatarra, los
refrescos, los dulces (bueno, casi todos los dulces,
porque no puedo resistirme a un buen chocolate de vez
en cuando), e iré incorporando más frutas, verduras,
granos integrales, y proteínas magras.
 
No he empezado y ya me imagino como extrañaré el
sabor dulce, la comida rápida, la comodidad de pedir
comida a domicilio. Pero a medida que vaya
experimentando los beneficios de una alimentación
saludable, me iré motivando cada vez más, lo sé.
 
Me sentiré más ligera, con más energía, con mejor humor. Y mi piel, mi cabello, mis uñas… todo se verá mejor. Hasta las ojeras parecerán menos pronunciadas.

Es que, a esta edad ya me doy cuenta de que cuidar mi
cuerpo no es solo una cuestión de estética, sino
también de salud física y mental. Cuando me siento
bien físicamente, me siento mejor emocionalmente,
tengo más confianza en mí misma, y estoy más
preparada para enfrentar los desafíos de la vida. Es
como si mi cuerpo y mi mente fueran dos piezas de un
rompecabezas, y cuando una encaja bien, la otra
también lo hace.
 
Así que hoy celebro mi decisión sobre mi cuerpo, mi
templo sagrado. Me comprometo a cuidarlo, a nutrirlo,
a moverlo, a amarlo. Porque es el único que tengo, y
quiero que me acompañe en todas mis aventuras por
muchos años más.
 
Y ahora, si me disculpan, voy a prepararme un
smoothie verde detox para celebrar mi nueva vida
saludable. ¡Salud! El smoothie verde detox no me supo
a gloria, para qué les voy a mentir. Era una mezcla de
espinacas, kale, pepino, apio, jengibre, y limón, que
más bien parecía un brebaje de bruja que una bebida
saludable. Pero me lo tomé convencida de que estaba
haciendo algo bueno por mi cuerpo.
 
Mientras lo bebía, pensé en Alejandro. Ya sé lo que me
van a decir… “¿Otra vez pensando en él?” pero es que,
si les soy bien sincera, no lo logro sacar de mi cabeza ni
un segundo, aunque lo intente. Me pregunto ¿Qué
estaría haciendo en Nueva York? ¿Estaría pensando en
mí? ¿Me extrañaría? Habíamos hablado por teléfono un
par de veces desde mi partida, pero no era lo mismo
que tenerlo cerca, que poder abrazarlo, que poder
besarlo.
 
Sentí una punzada de nostalgia, pero también una
emoción que me recorrió el cuerpo. La distancia era un
desafío, y también una oportunidad para fortalecer
nuestra conexión, para valorar cada momento juntos,
para crear una relación basada en la confianza y el
respeto.Decidí que en lugar de amargarme por su
ausencia, iba a enfocarme en mi propia transformación,
en cuidar de mi cuerpo y mi mente, en convertirme en
la mejor versión de mí misma. Y cuando Alejandro
viniera a visitarme, me encontraría radiante, segura,
apoteósicamente fantástica.
 
Esta tarde, después de trabajar un par de horas en mi
nuevo proyecto (que cada vez me emocionaba más),
decidí ir a una clase de yoga. El estudio estaba a unas
cuadras de mi apartamento, y tenía una atmósfera
tranquila y acogedora. Me puse mi nuevo conjunto
deportivo (el que me hacía sentir como una diosa del
fitness) y me uní a la clase.
 
La instructora era una mujer californiana con una
sonrisa radiante y una energía contagiosa. Nos guió a
través de una serie de posturas y ejercicios de
respiración, que me ayudaron a estirar mis músculos, a
calmar mi mente, y a conectar con mi cuerpo.
 
Mientras practicaba yoga, sentí como si liberara el
estrés acumulado durante las últimas semanas. Mi
cuerpo se sentía más flexible, mi mente más tranquila,
y mi espíritu más ligero. Era como si hubiera
encontrado un oasis de paz en medio del caos de la
ciudad.Al terminar la clase, me sentí renovada,
energizada, y llena de vitalidad. Salí del estudio con
una sonrisa en los labios y una sensación de bienestar
que me acompañó durante el resto del día.
 
Me di cuenta de que cuidar mi cuerpo y mi mente no
era solo una obligación, sino un regalo que me hacía a
mí misma. Era una forma de celebrar la vida, de honrar
mi templo sagrado, de nutrir mi alma. Y decidí que a
partir de ahora, iba a hacer del yoga una parte integral
de mi nueva rutina de bienestar. Otra vez más hippie y
romántica que nunca, pero yo se los advertí hace rato.
 
Hace un rato dije: “antes de dormir, me preparé una
taza de té de hierbas relajantes y me sentaré en el
balcón de mi apartamento a contemplar la ciudad.” Las
luces de Los Ángeles brillaban como un manto de
estrellas, y el sonido de las sirenas de policía y las
bocinas de los coches se mezclaba con la música que
salía de los bares y restaurantes.
 
Cerré los ojos, respiré hondo, y me permití sentir la
gratitud por todo lo que tenía. Por mi nueva vida en
California, por mi trabajo, por mi hija, por mis amigas,
por mi familia, por mi salud, por mi libertad. Y por
Alejandro, que aunque estaba lejos, seguía presente en
mi corazón.
 
Y es que tengo muy claro que el camino por delante
aún es largo, pero estoy emocionada por lo que me
espera. Estoy aprendiendo a soltar el control, a confiar
en el universo, a fluir con la vida. Y estoy empezando a
descubrir la magia de ser apoteósicamente fantástica.

P
a
r
a
t
i
◉ Reflexiona sobre tu relación con tu cuerpo y
cómo te sientes físicamente.
◉ Identifica los hábitos poco saludables que
quieres cambiar.
◉ Empieza una nueva rutina de ejercicios que
disfrutes.
◉ Mejora tu alimentación, incorporando más
alimentos saludables y eliminando la comida
chatarra.
Recursos

Película: «Frida» sobre la vida de la pintora mexicana Frida Kahlo

Libro: «Inteligencia» de Osho

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