Capítulo 13 Cuerpo Y Mente Un Templo Sagrado

“ O al menos, como un Airbnb decente que hay que mantener en buen estado”

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Hoy me desperté con una energía renovada, con ganas de mover el cuerpo, de sentirme fuerte, de cuidar de mí misma. Y es que, seamos honestas, después de semanas de mudanza, de comer pizza a domicilio y tomar vino barato mientras desempacaba cajas, mi cuerpo pedía a gritos un poco de atención. No es que me haya transformado completamente, pero la ropa me queda un poco más ajustada de lo normal, y mi energía está por el piso.

Durante mucho tiempo, he descuidado mi cuerpo, enfocándome en las responsabilidades, en el trabajo, en los demás. He comido mal, he dormido poco, he hecho poco ejercicio… y mi cuerpo, ese fiel compañero que me ha acompañado en todas mis aventuras (y desventuras), me ha pasado factura.

La verdad es que me siento cansada, con poca energía, con dolores musculares que aparecen como por arte de magia después de subir un par de escaleras, y con algunos kilos de más que se niegan a desaparecer a pesar de mis esfuerzos por ignorarlos. Y me doy cuenta de que ha llegado el momento de tomar acción, de empezar a tratar mi cuerpo como el templo sagrado que es o al menos, como un Airbnb decente que hay que mantener en buen estado.

Así que hoy decidí que voy a empezar una nueva rutina de ejercicios. Me apuntaré a un gimnasio cerca de mi nuevo apartamento en West Hollywood, y contrataré a un entrenador personal que me ayudará a ponerme en forma. Lo bueno es que aquí en Los Ángeles todo el mundo está obsesionado con el fitness, así que no me sentiré como extraterrestre en el gimnasio.

Ya sé que al principio me costará horrores. Mi cuerpo está oxidado, mis músculos adoloridos, y mi coordinación brilla por su ausencia. Pero poco a poco iré recuperando la fuerza, la resistencia, la flexibilidad. Y empezaré a disfrutar del movimiento, de la sensación de estar viva, de superar mis propios límites. Hasta me compré un conjunto deportivo nuevo, de esos que te hacen sentir como una diosa del fitness, aunque en realidad parecerá que estoy a punto de desmayarme en la cinta de correr.

También he decidido cambiar mi alimentación. Comenzaré por eliminar la comida chatarra, los refrescos, los dulces (bueno, casi todos los dulces, porque no puedo resistirme a un buen chocolate de vez en cuando), e iré incorporando más frutas, verduras, granos integrales, y proteínas magras.

No he empezado y ya me imagino como extrañaré el sabor dulce, la comida rápida, la comodidad de pedir comida a domicilio. Pero a medida que vaya experimentando los beneficios de una alimentación saludable, me iré motivando cada vez más, lo sé.

Me sentiré más ligera, con más energía, con mejor humor. Y mi piel, mi cabello, mis uñas… todo se verá mejor. Hasta las ojeras parecerán menos pronunciadas.

Es que, a esta edad ya me doy cuenta de que cuidar mi cuerpo no es solo una cuestión de estética, sino también de salud física y mental. Cuando me siento bien físicamente, me siento mejor emocionalmente, tengo más confianza en mí misma, y estoy más preparada para enfrentar los desafíos de la vida. Es como si mi cuerpo y mi mente fueran dos piezas de un rompecabezas, y cuando una encaja bien, la otra también lo hace.

Así que hoy celebro mi decisión sobre mi cuerpo, mi templo sagrado. Me comprometo a cuidarlo, a nutrirlo, a moverlo, a amarlo. Porque es el único que tengo, y quiero que me acompañe en todas mis aventuras por muchos años más.

Y ahora, si me disculpan, voy a prepararme un smoothie verde detox para celebrar mi nueva vida saludable. ¡Salud! El smoothie verde detox no me supo a gloria, para qué les voy a mentir. Era una mezcla de espinacas, kale, pepino, apio, jengibre, y limón, que más bien parecía un brebaje de bruja que una bebida saludable. Pero me lo tomé convencida de que estaba haciendo algo bueno por mi cuerpo.

Mientras lo bebía, pensé en Alejandro. Ya sé lo que me van a decir… “¿Otra vez pensando en él?” pero es que, si les soy bien sincera, no lo logro sacar de mi cabeza ni un segundo, aunque lo intente. Me pregunto ¿Qué estaría haciendo en Nueva York? ¿Estaría pensando en mí? ¿Me extrañaría? Habíamos hablado por teléfono un par de veces desde mi partida, pero no era lo mismo que tenerlo cerca, que poder abrazarlo, que poder besarlo.

Sentí una punzada de nostalgia, pero también una emoción que me recorrió el cuerpo. La distancia era un desafío, y también una oportunidad para fortalecer nuestra conexión, para valorar cada momento juntos, para crear una relación basada en la confianza y el respeto. Decidí que en lugar de amargarme por su ausencia, iba a enfocarme en mi propia transformación, en cuidar de mi cuerpo y mi mente, en convertirme en la mejor versión de mí misma. Y cuando Alejandro viniera a visitarme, me encontraría radiante, segura, apoteósicamente fantástica.

Esta tarde, después de trabajar un par de horas en mi nuevo proyecto (que cada vez me emocionaba más), decidí ir a una clase de yoga. El estudio estaba a unas cuadras de mi apartamento, y tenía una atmósfera tranquila y acogedora. Me puse mi nuevo conjunto deportivo (el que me hacía sentir como una diosa del fitness) y me uní a la clase.

La instructora era una mujer californiana con una sonrisa radiante y una energía contagiosa. Nos guió a través de una serie de posturas y ejercicios de respiración, que me ayudaron a estirar mis músculos, a calmar mi mente, y a conectar con mi cuerpo.

Mientras practicaba yoga, sentí como si liberara el estrés acumulado durante las últimas semanas. Mi cuerpo se sentía más flexible, mi mente más tranquila, y mi espíritu más ligero. Era como si hubiera encontrado un oasis de paz en medio del caos de la ciudad. Al terminar la clase, me sentí renovada, energizada, y llena de vitalidad. Salí del estudio con una sonrisa en los labios y una sensación de bienestar que me acompañó durante el resto del día.

Me di cuenta de que cuidar mi cuerpo y mi mente no era solo una obligación, sino un regalo que me hacía a mí misma. Era una forma de celebrar la vida, de honrar mi templo sagrado, de nutrir mi alma. Y decidí que a partir de ahora, iba a hacer del yoga una parte integral de mi nueva rutina de bienestar. Otra vez más hippie y romántica que nunca, pero yo se los advertí hace rato.

Hace un rato dije: “antes de dormir, me preparé una taza de té de hierbas relajantes y me sentaré en el balcón de mi apartamento a contemplar la ciudad.” Las luces de Los Ángeles brillaban como un manto de estrellas, y el sonido de las sirenas de policía y las bocinas de los coches se mezclaba con la música que salía de los bares y restaurantes.

Cerré los ojos, respiré hondo, y me permití sentir la gratitud por todo lo que tenía. Por mi nueva vida en California, por mi trabajo, por mi hija, por mis amigas, por mi familia, por mi salud, por mi libertad. Y por Alejandro, que aunque estaba lejos, seguía presente en mi corazón.

Y es que tengo muy claro que el camino por delante aún es largo, pero estoy emocionada por lo que me espera. Estoy aprendiendo a soltar el control, a confiar en el universo, a fluir con la vida. Y estoy empezando a descubrir la magia de ser apoteósicamente fantástica.

Para ti
◉ Reflexiona sobre tu relación con tu cuerpo y cómo te sientes físicamente.
◉ Identifica los hábitos poco saludables que quieres cambiar.
◉ Empieza una nueva rutina de ejercicios que disfrutes.
◉ Mejora tu alimentación, incorporando más alimentos saludables y eliminando la comida chatarra.
Recursos

Película: «Frida» sobre la vida de la pintora mexicana Frida Kahlo

Libro: «Inteligencia» de Osho

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