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Capítulo 2 Entre Selfies y Recuerdos, La Vida Se Me Escapa
Capítulo 2 Entre Selfies y Recuerdos, La Vida Se Me Escapa
Parte 1 Despertar
2024
Capítulo 2 Entre Selfies y Recuerdos, La Vida Se Me Escapa
Agosto 2023
Hoy me levanté con una resaca emocional que no sé cómo definir. Soñé con Alejandro, con sus besos, con sus caricias… y desperté con una sensación de vacío que ni el desayuno de arepitas y café con leche de mi mamá pudo llenar. Ni siquiera el playlist de mis favoritas que me preparó Anna para levantarme el ánimo logró sacarme de mi melancolía.
Me puse a pensar en mi vida en Venezuela, en esa Caracas caótica y hermosa que dejé atrás. Extraño el Ávila imponente, el olor a mango verde en las calles, las conversaciones a gritos con mis vecinos, las fiestas improvisadas con música a todo volumen… Extraño la energía, la alegría, la calidez de mi gente.
Mi infancia fue feliz, crecí en una casa con jardín en el este de Caracas, con mis padres, Ricardo y Lucía, y mi hermana Anna, que es cinco años menor que yo. Éramos una familia normal, con nuestras peleas, nuestras risas, nuestras tradiciones. Los domingos eran sagrados: misa en la mañana, almuerzo familiar con sancocho de gallina, y luego una siesta en la hamaca mientras papá leía el periódico y mamá veía RCTV. Recuerdo las tardes jugando en el jardín con Anna, construyendo castillos de lodo, jugando con la manguera, persiguiendo grillitos, inventando historias fantásticas.
La adolescencia llegó con sus cambios hormonales, su humor de mierda, sus primeros amores, sus noches de rumba en los clubes. Yo era la típica chama, con mi uniforme de colegio, mi pelo liso recogido con pinza y mis amigas en grupito para arriba y para abajo, que a la hora de la salida no se perdía un raspaito con leche condensada por nada del mundo, o bueno, un chupi chupi, cuando ya no daba para el raspao jajajaja.
Pero también tenía mi lado rebelde, me gustaba Rawayana (bueno, esto sigue igual), los piercings en el ombligo, escribir canciones y cuestionar todo lo que me decían. Recuerdo las tardes en Plaza las Américas, comiendo Chips-a-cookies con Nestea y hablando de amores, desamores y chismes con mis amigas. Recuerdo los primeros besos, las primeras decepciones amorosas, la sensación de que el mundo estaba a mis pies.
En la universidad estudié Comunicación Social, con la idea de ser periodista. Ahí conocí a Alejandro, un carajo de filosofía con alma de poeta y sonrisa de conquistador. Nos enamoramos perdidamente, vivimos una historia intensa y apasionada. Pero también llena de altibajos, de celos, de inseguridades. Éramos jóvenes, intensos, y un poco (o muy) dramáticos. Recuerdo las noches de poesía en los cafés donde se presentaba, las discusiones filosóficas hasta el amanecer, las escapadas a la guaira en su viejo Volkswagen escarabajo. Y también los sábados en las Mercedes, cómo olvidarlo.
Cuando me gradué, Alejandro decidió irse a recorrer el mundo. Yo me quedé en Caracas, trabajando como redactora en un periódico local. Intenté mantener la relación, pero la distancia, el tiempo, y las diferentes expectativas nos fueron separando. Al final, terminamos por teléfono, en una conversación llena de lágrimas y reproches. Fue un golpe duro, me sentía perdida, desilusionada, con el corazón roto.
La vida siguió, conocí a otro tipo, me enamoré otra vez, y quedé embarazada de Isabella, del donante mejor ni el nombre. La llegada de mi hija fue una bendición, me llenó de amor, de alegría, de propósito. Pero también fue un desafío, ser madre soltera en Venezuela no estaba nada fácil. Especialmente con la crisis económica y política que se agudizaba cada día.
Con la escasez, la inseguridad, la falta de oportunidades… todo se conjugó para que tomáramos la decisión de emigrar. Fue un proceso difícil, dejar atrás nuestra tierra, nuestras raíces, nuestros seres queridos. Fue como arrancarnos un pedazo del alma.
Pero aquí estamos, en Miami, 8 años después, construyendo una nueva vida. Y aunque a veces me sienta perdida y desanimada, sé que tengo que seguir adelante por mi hija, por mi familia, por mí misma. Y quién sabe, tal vez en este camino de autodescubrimiento encuentre un poco de esa magia que parece haberse esfumado de mi existencia. O tal vez no. Pero al menos lo habré intentado. Y eso, creo, es lo que realmente importa.
26
Agosto 2023
Después de dejar a Isabella en el colegio, decidí darme un gusto y fui a mi café favorito en South Beach. Pedí un café con leche grande y me senté en una mesa con vista al mar.
Observando las olas, recordé aquellos días en Cata, un paraíso tropical en Venezuela donde solía ir con mi familia de vacaciones. El agua turquesa, la arena blanca, los peces de colores… Era un lugar mágico, donde el tiempo parecía detenerse y las preocupaciones se desvanecían.
Cerré los ojos y me transporté por un momento a ese lugar. Sentí la brisa marina en mi rostro, el sol calentando mi piel, la arena entre mis dedos. Podía oler el coco, el pescado frito, el protector solar. Podía escuchar las risas de los niños, el sonido de las olas, los tambores que tocaban tres sombrillas más allá.
Fue un breve momento de escape, un oasis en medio del desierto de mi rutina diaria. Pero me recordó lo mucho que extraño mi país, mi cultura, mi gente. Y me hizo preguntarme si algún día podré volver a sentir esa sensación de pertenencia, de arraigo, de hogar. De repente, sentí una mano en mi hombro. Abrí los ojos y me encontré con la sonrisa de Sofía, mi amiga psicóloga.
—¿Qué haces aquí sola, tan pensativa? —me preguntó con su tono suave y tranquilizador.
—Estaba recordando Venezuela —le confesé—. Extraño mi país, mi familia, mis amigos… Extraño mi vida allá.
—Es normal que extrañes y que sientas nostalgia, sin importar cuanto tiempo pase —me dijo Sofía, sentándose a mi lado—. Dejar tu país, tu cultura, todo lo que conoces, es un proceso difícil. Pero tienes que recordar que también has construido una nueva vida aquí, con nuevas experiencias, nuevas amistades, nuevas oportunidades.
—Lo sé —suspiré—. Pero a veces siento que no encajo aquí, que soy una extranjera, que nunca voy a ser realmente parte de este lugar.
—Eso es solo una percepción, Fannia —me aseguró Sofía—. Miami es una ciudad multicultural, llena de inmigrantes de todas partes del mundo. Aquí puedes ser quien quieras ser, puedes crear tu propia identidad, puedes encontrar tu lugar.
—Tal vez tengas razón —admití, sintiéndome un poco más animada—. Pero no es fácil.
—Nada que valga la pena es fácil —me recordó Sofía con una sonrisa—. Pero tú eres una mujer fuerte, valiente, y capaz de lograr lo que te propongas. No te rindas, Fannia.
—Gracias, Sofía —le dije, abrazándola con fuerza—. Necesitaba escuchar eso.
—Para eso estamos las amigas —me respondió ella, devolviéndome el abrazo—. Ahora, cuéntame qué te trae por aquí. ¿Algún chisme jugoso que compartir?
Y así, entre risas y confidencias, pasamos la tarde hablando de nuestras vidas, de nuestros sueños, de nuestros problemas. Y por un momento, olvidé la nostalgia, la incertidumbre, el miedo. Me sentí conectada, apoyada, querida. Y me di cuenta de que, a pesar de la distancia, de las diferencias culturales, de los desafíos de la vida en un nuevo país, siempre hay un lugar donde podemos encontrar refugio, apoyo, y amor. Ese lugar es la amistad.
(Para ti)
⦿ Reflexiona sobre tu pasado y las experiencias que te han marcado
⦿ Identifica las cosas que extrañas de tu lugar de origen.
⦿ Escribe una carta a tu yo del pasado, compartiendo lo que has aprendido y agradeciendo por las experiencias vividas.
Recursos
«Volver a Casa» de Caceres
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«Coco» de Disney Pixar
Aprende sobre el Estoicismo para Mujeres, Fortaleza y Serenidad en el Día a Día.Leer sobre el Estoicismo
“Navega por las aguas de tu mente con el timón de la razón estoica, controlando las velas de tus pensamientos para viajar hacia la paz y la comprensión interna.»
© Soy Maryce.
«Las frases estoicas se suelen llamar «máximas estoicas» o «aforismos estoicos». Estas frases cortas y concisas encapsulan principios o reflexiones de la filosofía estoica, diseñadas para ser fácilmente recordadas y aplicadas en la vida diaria. Los aforismos estoicos son conocidos por su capacidad para inspirar autodisciplina, claridad mental y resiliencia ante la adversidad.
#estoicismoparamujeres