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Capítulo 9 Gratitud | La Llave Maestra

Capítulo 9 Gratitud | La Llave Maestra

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Hoy me desperté con una sensación de bienestar que hacía tiempo no experimentaba.

No era la euforia de la salida de ayer ni el subidón de cafeína de la mañana, era algo más profundo, como una paz interior que irradiaba desde lo más profundo de mi ser.

Más allá de las palabras

Abrí la ventana, respiré el aire fresco de la mañana (que en Miami siempre huele a protector solar y a café cubano), y sentí una profunda gratitud por estar viva, por tener un techo sobre mi cabeza, por tener una familia que me quiere, y por no haberme despertado con resaca después de la noche de mojitos con Gabriela.
Me puse a pensar en todas las cosas buenas que tengo en mi vida, por pequeñas que sean: la sonrisa de Isabella cuando se despierta con su pijama de unicornio, el abrazo de mi mamá antes de irme a trabajar, la llamada de mi hermana para contarme sus últimas locuras, el café con leche calentico en la mañana (que esta vez no se me derramó encima), el sol que brilla en el cielo, y la posibilidad de empezar un nuevo día con una nueva actitud.

Tenía una sensación que no sabía reconocer del todo, una paz, una plenitud. ¿Será que el estoicismo comenzaba a hacer realmente efecto? Y fue cuando me di cuenta de que la gratitud es la llave maestra de la felicidad. No es una llave mágica que te abre las puertas del paraíso, pero sí te ayuda a ver las cosas desde una perspectiva diferente, a apreciar lo que tienes en lugar de lamentarte por lo que te falta, a encontrar la alegría en las cosas simples de la vida. Cuando te enfocas en lo positivo, lo negativo pierde poder sobre ti. Es como si le bajaras el volumen a la radio de las preocupaciones y subieras el volumen a la música de la felicidad.
La gratitud es como un músculo que hay que ejercitar a diario. Al principio puede parecer difícil, especialmente si estamos acostumbradas a quejarnos, a criticar, a envidiar, a preocuparnos, a amargarnos por lo que no sale como queremos, a enfocarnos en lo negativo. Es como si hubiéramos estado haciendo pesas con la negatividad durante años, y ahora nos toca cambiar de rutina y empezar a hacer yoga con la gratitud. Pero con la práctica, la gratitud se convierte en un hábito, en una forma de vida. Y cuando eso sucede, tu vida cambia por completo.
Y los beneficios son innumerables: mejora nuestra salud física y mental, fortalece nuestras relaciones, aumenta nuestra resiliencia, nos hace más felices y optimistas. Es como si la gratitud fuera una vitamina mágica que nos hace más fuertes, más resistentes, más capaces de enfrentar los desafíos de la vida.

Así que hoy decidí hacer un ejercicio de gratitud. Tomé mi diario (este mismo donde escribo mis dramas existenciales y mis fantasías con Alejandro) y escribí una lista de todas las cosas por las que me siento agradecida:

Por mi hija Isabella, que es mi mayor tesoro y me llena de amor cada día, a pesar de sus berrinches y sus gustos excéntricos.

Por mi mamá Lucía, que es mi apoyo incondicional y siempre está ahí para mí, a pesar de nuestros choques generacionales y nuestras peleas ocasionales.

Por mi hermana Anna, que es mi cómplice y me hace reír hasta que me duele la barriga, a pesar de que ya no la veo tanto y de que a veces me saca de quicio con sus locuras.

Por mis amigas Sofía, Gabriela y Cristina, que son mi familia elegida y me acompañan en las buenas, en las malas y en las peores, a pesar de nuestras diferencias y de que a veces me dan consejos que no quiero escuchar.

Por mi salud, que me permite disfrutar de la vida al máximo, a pesar de las ojeras, las estrías, y la celulitis.

Por mi trabajo, que me da independencia económica, me ha brindado una oportunidad única y maravillosa que comenzará pronto, y me permite mantener a mi familia, a pesar de mi jefe insoportable y mis compañeros zombies.

Por mi casa, que es mi refugio y mi espacio de paz, a pesar de que a veces parece un campo de batalla después de que Isabella ha pasado por ahí.

Por la naturaleza, que me regala su belleza y su energía, a pesar del calor infernal de Miami y los mosquitos del tamaño de un pterodáctilo.

Por la música, que me emociona, me inspira, me conecta con mi alma, a pesar de que Isabella insiste en poner K-pop todo el día a todo volumen.

Por la vida, que es un regalo precioso y hay que aprovecharla al máximo, a pesar de los dramas, las confusiones, y las incertidumbres.


Al terminar la lista, me sentí llena de alegría, de paz, de amor. Y me di cuenta de que, más allá de las dificultades, tengo una vida maravillosa. No es perfecta, claro que no, pero es mía, y la voy a vivir al máximo, con gratitud, con pasión, y con una sonrisa en los labios.
Y quién sabe, tal vez la gratitud no sea la llave del “éxito”, pero sí es la llave de una vida apoteósicamente fantástica.
Inspirada por mi ejercicio de gratitud, decidí contagiar un poco de buena vibra a mi alrededor. Empecé por enviarle un mensaje de agradecimiento a cada una de mis amigas, diciéndoles lo mucho que las quería y lo importante que eran para mí. Luego, llamé a mi mamá y le dije cuánto la amaba, a pesar de nuestras diferencias. Incluso le envié un mensaje a mi papá, agradeciéndole por las cosas buenas que me había dado en la vida (aunque también le recordé que tenía que ponerse las pilas como papá).
Y por último, decidí hacer algo especial para Isabella. Como sé que le encanta el K-Pop, busqué en Internet un concierto de su grupo favorito que iba a ser en Miami en un par de meses. Compré dos entradas, y se las entregué esa noche como sorpresa.
La cara de Isabella cuando vio las entradas fue impagable. Sus ojos se iluminaron, su boca se abrió en una sonrisa de oreja a oreja, y me abrazó tan fuerte que casi me deja sin aire.
—¡Gracias, mami! ¡Eres la mejor mamá del mundo! —gritó emocionada.
En ese momento, me di cuenta de que la gratitud no solo nos hace felices a nosotros mismos, sino que también nos permite hacer felices a los demás. Es como un círculo virtuoso que se expande y contagia a todos los que nos rodean.
Y decidí que a partir de ahora, la gratitud sería mi nueva filosofía de vida. Iba a enfocarme en lo positivo, a apreciar las pequeñas cosas, a agradecer por todo lo que tengo. Y iba a compartir esa gratitud con el mundo, con la esperanza de hacer una pequeña diferencia.
Al día siguiente, me levanté con una energía renovada. Me sentía ligera, optimista, y llena de ganas de vivir. Mientras le preparaba el desayuno a Isabella, me puse a cantar una canción de su grupo de K-Pop favorito (aunque mi pronunciación del coreano dejaba mucho que desear). Isabella se rio de mí, pero luego se unió a mi canto, y juntas convertimos la cocina en un escenario improvisado.
En ese momento, entendí que la gratitud es más que dar las gracias, también podía ser divertida, que podía ser una forma de conectar con los demás, de crear momentos especiales, de disfrutar de la vida al máximo.
Y mientras bailaba con Isabella en la cocina, me prometí a mí misma que nunca olvidaría la lección que había aprendido: la gratitud es la llave maestra de la felicidad. Y esa llave, a diferencia de la del mojito, no te deja resaca.

Para ti

⦿ Escribe una lista de las cosas por las que te sientes agradecido.
⦿ Comparte tu gratitud con los demás, ya sea verbalmente o por escrito.
⦿ Practica la gratitud a diario, enfocándote en las cosas buenas que tienes en tu vida.
Recursos ↓
  • «El Poder de La Gratitud» de Marc Reklau

| ver libro ↓

Descarga ↓

Diario_de_Gratitud_Marc_Reklau


 


  • «En busca de la felicidad» con Will Smith.

  • «El Nudo» de Vanesa Marín

 


 

El río del cambio:

“Sé como el río que fluye; adapta su curso según las piedras en su camino pero siempre encuentra su camino al mar.”

© Soy Maryce. 


«Las frases estoicas se suelen llamar «máximas estoicas» o «aforismos estoicos». Estas frases cortas y concisas encapsulan principios o reflexiones de la filosofía estoica, diseñadas para ser fácilmente recordadas y aplicadas en la vida diaria. Los aforismos estoicos son conocidos por su capacidad para inspirar autodisciplina, claridad mental y resiliencia ante la adversidad.

#estoicismoparamujeres