Capítulo 8 Mamá Drama y Yo Drama Queen

Capítulo 8 Mamá Drama y Yo Drama Queen

No puede ser, vas a pensar soy bipolar, pero es que de verdad... Si no es una cosa es otra. Hoy fue un día de esos que me dan ganas de tirarme del balcón, pero como vivo en un primer piso, me conformé con comerme un pote de helado de chocolate y maldecir al universo en voz baja (bueno, no tan baja, porque Isabella me escuchó y me preguntó si estaba poseída por un demonio).

0
Septiembre 2023

¿La razón de mi drama? Una pelea épica con mi mamá, de esas que te dejan con la sensación de que acabas de correr una maratón emocional.

Y todo por culpa de mi papá, el rey de las cagadas y el campeón de las malas decisiones.

Default_The_goal_is_to_design_a_35yearsoldlatin_female_superhe_1 (8)apoteosicamente fantastica mujer estoicismo seneca resilente soy maryce libro liderazgo

Para que se hagan una idea, mis padres se divorciaron hace más de 15 años, cuando yo todavía era una carajita con brackets y sueños de ser cantante pop. Fue un divorcio de esos que salen en las novelas, con infidelidades, mentiras, y abogados peleando por cada centavo. Yo quedé en medio del fuego cruzado, sin saber a quién apoyar, a quién odiar, a quién culpar.
Al final, mi mamá se quedó con la custodia de mi hermana Anna y la mía, y mi papá se fue a vivir con su nueva novia, una tipa veinte años menor que él y con más silicón que cerebro. Desde entonces, la relación con mi papá ha sido un sube y baja constante. A veces se acuerda de que tiene hijas, nos llama, nos invita a salir cuando viene, nos promete villas y Castillas. Y otras veces, desaparece durante meses, sin dar señales de vida, como si nos hubiera borrado de su mapa mental.
Y hoy, justamente hoy, le da a él por llamar a la casa, a mi mamá por contestar y bueno el resto ya se lo deben saber. A mi mamá le dio por recordar todos los errores de mi papá, todas las veces que nos decepcionó, todas las promesas que incumplió. Y yo, como buena loca hija defensora que se mete donde no la llaman, salí a su rescate, intentando justificarlo, minimizando sus acciones, diciendo que ella era una exagerada y que en el fondo él nos quería.

—Fannia, no seas ingenua —me dijo mi mamá, con los ojos llenos de lágrimas—. Tu papá nunca nos quiso de verdad. Él solo se quiere a sí mismo.
—No es verdad, mamá —repliqué, sintiendo la rabia subirme por la garganta—. Mi papá nos quiere, solo que tiene una forma extraña de demostrarlo.
—Esa es la excusa que siempre le pones —dijo mi mamá, con un tono de voz que me recordó a cuando me regañaba de pequeña—. Pero la verdad es que es un egoísta, un irresponsable, y un cobarde.
—Y tú eres una resentida, mamá —le espeté, sin poder contenerme más—. No puedes perdonarlo por lo que pasó hace tanto, y eso te sigue envenenando la vida.
—No se trata de perdonar, Fannia —dijo mi mamá, con la voz quebrada—. Se trata de protegerme a mí misma y a ustedes de que nos vuelva a hacer daño.
—Ya somos adultas, mamá —le dije—. Podemos cuidarnos solas.
—Eso es lo que tú crees —respondió ella, con una mirada triste—. Pero la verdad es que las heridas del pasado nunca se cierran del todo.
Siempre dejan una cicatriz, un dolor, un miedo.
Y en ese momento, me di cuenta de que tenía razón. A pesar de los años que habían pasado, a pesar de la distancia, a pesar del perdón que le había otorgado a mi padre, la herida seguía ahí, latente, como una brasa bajo las cenizas.

Y me pregunté si algún día podré realmente liberarme del dolor del pasado, si algún día podré perdonar de verdad a mi papá, y sobre todo, si algún día podré perdonarme a mí misma por haberlo querido tanto, a pesar de todo.
Después de la pelea con mi mamá, me sentí agotada, como si me hubieran sacado toda la energía del cuerpo. Necesitaba despejarme, salir de casa, respirar aire fresco.
Así que llamé a Gabriela, mi amiga fiestera, y le propuse ir a tomar unos mojitos a un bar de salsa en Calle Ocho.
—Claro que sí, amiga —me respondió ella con su habitual entusiasmo—. Necesito bailar y olvidarme de mis problemas. ¿Te cuento el último chisme de mi jefe? ¡Te vas a morir de la risa!
Y así, entre mojitos, salsa, y risas, pasamos la noche. Gabriela me contó sus dramas amorosos, yo le conté los míos, y juntas nos reímos de nuestras desgracias.

Default_The_goal_is_to_design_a_35yearsoldlatin_females_superh_1 (1)apoteosicamente fantastica mujer estoicismo seneca resilente soy maryce libro liderazgo
Default_The_goal_is_to_design_a_30yearold_female_superhero_wit_1 (6)apoteosicamente fantastica mujer estoicismo seneca resilente soy maryce libro liderazgo
Pagina-APOTEOSICAMENTE-FANTASTICA-SOY-MARYCE-libro-fannia-escrito-por-soy-maryceapoteosicamente fantastica mujer valiente estoicismo seneca resilente soy maryce libro liderazgo

Apoteósicamente Fantástica

Apoteósicamente Fantástica

Apoteósicamente Fantástica

Por un momento, olvidé la pelea con mi mamá, la ausencia de mi papá, y la incertidumbre de mi futuro. Me dejé llevar por la música, por el baile, por la alegría de estar con mi amiga.
Y me di cuenta de que, a pesar de todo, la vida sigue. Que hay momentos de dolor, pero también hay momentos de alegría. Que hay personas que nos hacen daño, pero también hay personas que nos quieren y nos apoyan. Y que, a pesar de las heridas del pasado, siempre hay una oportunidad para sanar, para crecer, para ser feliz.
Al regresar a casa, con la cabeza un poco mareada por los mojitos y la salsa, me encontré a Isabella viendo una película en el sofá. Se había puesto su pijama de unicornios vomitando arcoíris (sí, venía el set completo) y tenía una taza de chocolate caliente en la mano.
—¿Te divertiste con Gabriela? —me preguntó, con una sonrisa traviesa.
—Sí, mi amor —respondí, dándole un beso en la frente—. Bailamos, cantamos, y nos reímos mucho.
—¿Y de qué hablaron? —preguntó ella, con curiosidad.
—De la vida, de los hombres, de los sueños —respondí, evadiendo un poco la pregunta. No quería contarle a Isabella sobre la pelea con mi mamá, ni sobre mis dudas sobre el perdón. Ella era demasiado pequeña para entender esas cosas.
—Mamá, ¿tú crees que algún día papá va a cambiar? —me preguntó Isabella de repente, con una mirada triste en sus ojos.
La pregunta me tomó por sorpresa. No sabía qué responderle. No quería mentirle, pero tampoco quería romperle el corazón.
—No lo sé, mi amor —respondí con sinceridad—. Tu papá es una persona complicada, pero sé que te quiere mucho.
—Yo también lo quiero, aunque casi nunca se nada de él —dijo Isabella, con un suspiro—. Pero a veces extraño tenerlo cerca, como los papás de mis amigas.
—Lo sé, mi vida —le dije, abrazándola con fuerza—.
—Mamá, ¿por qué te separaste de Pablo? —me preguntó Isabella de repente, cambiando de tema.
—¿Te acuerdas de lo que te dije sobre la importancia de ser feliz? —le pregunté, mirándola a los ojos.


—Sí —respondió ella, asintiendo con la cabeza.
—Pues a veces, para ser feliz, tenemos que tomar decisiones difíciles —le expliqué—. Y separarme de Pablo fue una de esas decisiones.
—¿Ya no lo quieres? —preguntó Isabella, con una mirada de preocupación.
—Lo quiero mucho, pero de una forma diferente —le respondí—. Como a un amigo.
—Entiendo —dijo Isabella, después de un momento de silencio—. ¿Y ahora estás saliendo con Alejandro?
—Estamos conociéndonos —respondí, sintiendo cómo me sonrojaba.
—Me cae bien Alejandro —dijo Isabella, sonriendo—. Es divertido y te hace reír.
—A mí también me cae bien —admití, sintiendo una punzada de culpa por Pablo.
—Mamá, ¿crees que Alejandro puede ser mi nuevo papá? —preguntó Isabella, con una mirada llena de esperanza.
Esa pregunta me descolocó por completo. No había pensado en eso, ni siquiera sabía si mi relación con Alejandro iba a llegar a algo serio. Pero la mirada de Isabella me conmovió, y no quise romper sus ilusiones.
—No lo sé, mi amor —respondí con sinceridad—. Pero lo que sí sé es que Alejandro es una buena persona, y que se divierte mucho contigo.
—Yo también me divierto mucho con él —dijo Isabella, con una sonrisa radiante.
Y en ese momento, me di cuenta de que, a pesar de los dramas, las confusiones, y las incertidumbres, la vida seguía. Que el amor podía tomar muchas formas, que el perdón podía liberar el alma, y que la felicidad era posible, incluso en medio del caos.
Y me sentí agradecida por tener a Isabella en mi vida, por ser su mamá, por ser su confidente, por ser su amiga. Ella era mi luz, mi esperanza, mi motivación para seguir adelante.
Y juntas, íbamos a construir una vida apoteósicamente fantástica.

Para ti

⦿ Identifica a alguien a quien necesitas perdonar, ya sea a ti mismo o a otra persona.
⦿ Reflexiona sobre las razones por las que te cuesta perdonar.
⦿ Escribe una carta de perdón, expresando tus sentimientos y tu decisión de liberar el rencor.
⦿ Practica la compasión hacia ti mismo y hacia la persona a la que perdonas.
Recursos ↓
  • Libro: «El poder del perdón» de Louise Hay

| ver libro ↓

Plantilla-de-Libro-Libro - 'El-poder-del-perdón'-de-Louise-Hay - soy-maryce


  • «El Baile de Las Luciérnagas» con Katherine Heigl y Sarah Chalke.

 


  • «El Nudo» de Vanesa Marín


“Cuida tus pensamientos como cuidarías un jardín secreto; solo permite que crezcan las flores que embellecen tu alma.”

© Soy Maryce. 

«Las frases estoicas se suelen llamar «máximas estoicas» o «aforismos estoicos». Estas frases cortas y concisas encapsulan principios o reflexiones de la filosofía estoica, diseñadas para ser fácilmente recordadas y aplicadas en la vida diaria. Los aforismos estoicos son conocidos por su capacidad para inspirar autodisciplina, claridad mental y resiliencia ante la adversidad.

#apoteosicamentefantastica